Propuesta literaria . Sábados de MercedesLe dejo a mi madre y a mi hermana el amor incondicional, que contra viento y marea sentiré hoy y siempre, hasta que mi nombre se olvide seguiré queriendolas.
Le dejo a mis amigos lo que me resta de vida y todos los pasos que aún podamos andar juntos, porque ellos hacen y harán grande mis días. Como comprendimos a vernos, a jugar de pequeños, a entendernos al crecer y madurar, a apreciarnos con el paso del tiempo.
Le dejo a la tierra la esperanza de verse un día como se vió cuando era joven, pues espero ver algún día, aunque sea solo en sueños, esos ríos claros de mi infancia, esos montes verdes y la nieve, la maravillosa nieve cubriendo las briznas verdes que intentan escapar y alcanzar al sol.
A mi amor, que me estará esperando en algún lugar, dispuesta a que nuestros caminos se crucen, a saber quien somos , le dejo mis sueños, mis ideales, mi paz y mi guerra, mi pena y mi gloria, y todo el amor contenido por no haberla conocido.
Todas mis palabras se las dejo a quien quiera leerlas, guardarlas, olvidarlas o verse reflejado en ellas. Sentir miedo, compasión, odio o rencor, cualquier cosa que quiera sentir al leerlas, todo menos indiferencia, que se sienta vivo como lo hago yo cuando escribo.
No dejo muchos bienes materiales, porque pocos poseo, pocos atesoro y poco me importan, pero los que tengo los dejo a quien los necesite, que no se tiren, seguro que algo puede hacer más llevadera la vida de otra persona.
Dejo mis fotos esparcidas, una a cada persona que salga en ella, para que guarden un recuerdo del momento, del que cabalgamos a lomos.
Mi colección de canciones la atesoro, me da pena desprenderme de ellas, guardaré sus solos, sus baterías, sus saxos, sus cantos de sirena en mi cabeza, pues cada día que ha pasado ha estado rodeado de música, música a todas horas y por todas partes. Porque ha sido mi única compañera fiel y eterna, la única que ha sabido entenderme en todos los años que han pasado. Le debo mucho a la música, tanto como a los libros, que desde pequeño han sido mis momentos de distracción, los que tanto me han enseñado y han hecho de mi, en parte, la persona que soy hoy.
Dejo al arte escrita una pequeña contribución, bastante pequeña, pero hecha en mi mismo molde, que cambió como lo hice yo, creciendo y menguando a mi mismo ritmo. Espero que crezca para dejarle al mejor motor humano un poco más de combustible y un poco más de vida. Espero que el corazón de los hombre siga creciendo y empiecen a dedicarle más tiempo a vivir el arte y no lo físico, lo destruible y agotable, todo lo mundano.
Dejo también lágrimas, por aquellos que en su día también dejaron. Por mis amigos que se fueron, por los familiares que se encontraron con sus padres cuando ya eran ancianos.
Por los amores que terminaron dejo rosas en mi tumba, de ellos he aprendido a valorar los gestos, el cariño y las miradas.
Y ya nada más me queda por dejar, solo muchas ganas de seguir viviendo hasta el final, hasta que haya comprendido el devenir humano, hasta que mis arrugas lo sean de sabio y no de podrido por los malos tragos. Solo con gozo espero llegar a la tumba pensando en todos los rostros que he conocido y el amor tan grande que por todos ellos he sentido.