domingo, 21 de febrero de 2010

De paseos

A todos nos gusta tomar un poco el aire, estos días grises de lluvia también tienen sus cosas buenas, el sol no quema la nuca cuando sales a dar un paseo.
Hoy decidí buscar un lugar por el que paseé hace unos años, lo recordaba agradable, y desde luego ha vuelto a serlo.
Aunque el tiempo pasa para todos, donde antes empezaba el camino ahora se encuentra un gran hoyo cavado en la piel de la tierra, una gran herida latente que servirá de paso a los vehículos.
¿Alguna vez habéis visto una herida recién abierta en la piel? Parece algo que no debería estar ahí, hasta que con el paso del tiempo se convierte en una cicatriz, en parte de nuestro pasado. Así estaba hoy el monte, con una gran herida que lo atravesaba, algo que no debería estar ahí y que con el tiempo dejaremos de ver como algo extraño.
Por suerte he encontrado también algunas cosas interesantes.


Ando mirando un poco a todas las cosas y fijandome en las que me llamen más la atención. El musgo naciendo a la sombra, las primeras flores en los almendros, estas que morirán en una mañana fría:


Más adelante el suelo parecía oscurecido, así que me acerqué, descubrí entonces unos misteriosos trozos de algo negro


¡Ah! ¡Encontré a los culpables!

Unos lanzaplatos de un campo de tiro. Rufianes!! Todo lleno de vuestras cacas.

El paseo siguió como siguen todos los paseos, con un buen rato de relax, algunos animalillos salvajes, trazos de los mejores olores de la casa : romero, tomillo, pinos, polen.
Y al final un curioso paisaje



Las piedras que alguien se habia molestado en poner, quizá el ermitaño de la ermita de santa barbará, cuyo perro ha jugado conmigo un ratico. Espero que siga vivo el don ermitaño, porque no se veia a nadie en casa y el perro estaba sucio cual mendigo.
Otro agradable paseo, encontrando cosicas curiosas.
No puedo estar quieto, no, ya no.
No a la sombra de estas cuatro paredes.
¡Ah, Que nauseabundo olor destilan
las luces tras sus cristales!
No soporto los sonidos ablandados,
empalagosos, delirantes,
que se sostienen en la habitación.
Como una fiera salvaje
abandonada al salvaje exilio
de una vil represión.
Estarse quieto, que muerte tan lenta
¡que crueldad!
Ver como el día pasa tras unos cristales
es una triste agonía.
Solo un remedio basta,
salir y formar parte de ese día.
Ya el sol se pone, mientras escribo,
los trinos se van apagando,
dejando paso al murmullo del río, solo en la noche
siempre en movimiento.


sábado, 20 de febrero de 2010

Me levante tarde: a mediodía, por la mañana,
por la tarde, por la noche.
Recordé, de súbito, y brevemente
"el color del prisma está cambiado"
y recordé como eran los otros colores,
como era la armonía lloviendo sobre mi cuerpo.
Las nubes del cielo, de color cambian
al tocarlas, como si fuese un lago que se agita,
y sus concéntricas ondas se extienden
a lo largo de todo cuanto lo rodea.
Una sonrisa en el cielo,
y un corazón pequeño
donde caben todos los mundos,
donde viven todos los sueños.
Apague la vela y me desperté,
era por la mañana, o quizá por la noche,
por la tarde, a mediodía.
Pero desperté, en un instante, fugazmente.

viernes, 19 de febrero de 2010

Y entonces, cuando una vela se apagó, me dí cuenta
de todo lo que habías vivido
y mi ser se rindió, decidió cuan estúpidas fueron mis dudas.

La distancia entre los dos, alcanzable pero lejana
tu mirada hacia dentro
donde habitan las paredes que calman el rocío
Tu amor tan dulce
y tus miradas a veces tan lejanas, tan inalcanzables