Adiós, Roma, preciosa
en tus calles encontré calor
la dulzura del amor
lo hermoso que fue verte ociosa
deseosa de perderte conmigo.
Ahora me tengo que ir
llego el momento de partir
y mis sueños quedaron contigo.
Entre preciosos lagos
donde los cisnes pululaban
abracé sus plumas
y de tus aguas me enamoré
Adiós, Roma, preciosa.
La sonrisa de tu venus de milo
sus labios de dulce rosa
sus manos de dama hermosa
y sus ojos de fogoso brillo
Una luz en su noche me hizo vacilar
agarré el cabo que ataba
a los sueños que la mataban
pero otra chispa de luz me hizo avanzar
Arrivederci Roma,
volveremos a vernos andando
por estos caminos tan extraños
cuando nuestros corazones
hayan sabido luchar.
Adiós, Roma, preciosa,
me voy y al mirar atrás
aún me quedan tus noches de cristal
la luz de una estrella
encerrada en la inmensidad
liberada para soñar,
el calor de un hogar,
el adiós y su necesidad.
Arrivederci Roma.
jueves, 30 de julio de 2009
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