jueves, 14 de mayo de 2009

andar

Las sombras de los cedros giraban como las agujas del reloj, jugando con lo verde del prado mientras avanzaban las horas. Flores, pétalos y pólen se amontonaba a ambos lados del camino. Trinos y zumbidos era lo único que se oía. No sé que pajaros eran, ni si lo que zumbaban eran avispas o abejas, pero el calor de la primavera hacía de aquellos sonidos un cielo, algo mejor que una orquesta. Me encanta andar en silencio, a cada paso oigo el repiqueteo de las piedras, el crujir de las ramas a mis pies, el roce de una prenda con algun arbusto, un bicho que pasa a gran velocidad casi directo a mi cara. Me pongo de cuclillas y miro a lo lejos, unos segundos en silencio, aspiro hondo y me embriago de los miles de olores de ese precioso paraje. Me emociono un poco y se me escapa una sonrisa que se combulsiona. Esto es la gloria.

1 comentario: