martes, 7 de abril de 2009
corriendo
Siento como si mi espiritu intentase correr como corren los caballos salvajes pradera abajo, dejando atrás la huella fugaz de su paso veloz y fuerte.
Pero no corre solo, los caballos siempre en grupo dejando un espacio claro entre uno y otro, pero al fin y al cabo actuando como un único elemento. Nacidos para ser salvajes, para ser naturales.
No nos domestiqueis más, dicen las bocas,
dejadnos acariciar con la punta de los dedos
los tejados del cielo, donde se guardan los sueños,
dejadnos romper con las piernas las olas del mar,
dejadnos mirar el cielo cuando se cubre de rojo amanecer,
dejadnos oler el polén de las flores cuando se lo lleve el viento,
dajadnos volar como a un animal.
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¿Y donde corren tus pensamientos?
ResponderEliminar;)
No siempre corren en grupo, sobre todo cuando son jóvenes, ellas galopan libres con sus crines al viento, y puedes sentir la fuerza de su sangre, el poderío de su alma vibrando bajo la melena, te miran atentos, te observan con más ínteres si cabe que por tu parte.
ResponderEliminarEllas son impresionantes.