lunes, 13 de abril de 2009

Mi olivar


Olivos centenarios apiñados en desorden natural,
remarcando los desniveles del terreno,
manteniendolo fuerte frente al caer del mar
de aguas torrenciales que te han visto pasar.
Olivos que han olido el olor del frecuentar
los dolores de espalda al labrar,
el zarandear de sus ramas al esperar
las olvivas caer en manantial.
Pequeño valle de resistencia al hielo
de las mañanas frías del invierno,
preciado trozo de tierra donde mis ancestros
trabajaron su lugar, y hoy recupero ese pensar.
Veo las imagenes que fueron y que son,
os veo pasar, os veo ir y marchar.
Comprendo que yo también tendré que deambular
por la avenida de esta corta vida,
compraré todas las flores que me vendan
las llevaré a mi tumba donde de almohada harán
las veces. Hoy comprendo que el olivo
me esperará, donde las flores marchitan,
donde las noches se tornan segundos de un tic-tac
que seguirá y seguirá y seguirá.

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