miércoles, 15 de abril de 2009

Propuesta Creativa -Susana

Ya desde la esquina, a pesar de la oscuridad profunda reinante en la calle desierta, sin farolas, Tomás distinguió a lo lejos un brillante resplandor dorado. Caminó hacia él, cauteloso, escuchando únicamente el repiqueteo de las suelas gastadas de sus zapatos sobre el húmedo adoquinado de la acera. El frío de aquella noche invernal se colaba por los agujeros de su raído abrigo de paño y, por un momento, tuvo la tentación de darse media vuelta y volver al callejón con los demás mendigos, a calentarse junto a las amables llamas de la fogata común. Pero algo dentro de sí mismo parecía empujarlo hacia aquel brillo de oro. Cuando faltaban sólo unos metros se detuvo para contemplar desde cierta distancia las majestuosas formas de las letras de aquel cartel.
Entornó los ojos y forzó su oxidada vista como el cazador que intenta avistar una presa en la distancia. "Se venden americanas", se asomó al escaparate de aquella pequeña tienda de ciudad, seguramente esa tienda llevaba ahí toda su vida pero hasta ahora no había tenido nunca la oportunidad de fijarse. Sería el cartel nuevo, luminoso, que parecía concederle un renovado aspecto, más llamativo. El escaparate contenía dos maniquies en una pose forzada y mirando al infinito. Sobre sus hombros descansaban sendas chaquetas de traje, de corte recto al estilo de los setenta. Seguramente pasaron de moda por unos años pero parecía que ahora se volvían a llevar y el tendero por fin recibía de nuevo a la clientela que acudía animada a procurarse una imagen decente.
Tomás escudriño cada botón de las chaquetas buscando el que fuese de oro. Pero parecía no encontrarlo. Se preguntó entonces donde estaba la trampa, que es lo que hacía que aquellas viejas chaquetas valiesen tanto.
Entonces recordó lo que fue un día, giro su cabeza, carraspeó y escupió una gran flema a la puerta del local.
Agachó la cabeza y volvió a la fogata maldiciendose a sí mismo y a la raza humana.
Entre dientes iba jurando a los tiempos y a las modas, a la vanidad y a la apariencia.
Tomás, gran pensador, sabía bien que no era oro todo lo que relucía. Y en el mejor de los casos, el oro era solo un metal como tantos otros, algo que nunca haría que el mundo diese un paso hacia un nuevo horizonte.

7 comentarios:

  1. Qué bien lo has resuelto!, no me extrañaria que con lo que se ha encarecido todo, y el Euro, más de uno tuviera que despotricar lo mismo que Tomás.
    Te dejo el mío para que puedas verlo

    http://xqsabes.spaces.live.com/blog/cns!202B4EDE27472E09!9390.entry?_c=BlogPart&_c02_vws=1

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  2. Hola Tres Puntos :)

    Otra vez paso a verte, por una propuesta conjunta.

    Que relato más triste y contundente Yo he querido ser mas optimista y le he hecho dormir bajo techo, pobre.

    Un abrazo

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  3. El de mimí es más CONTUNDENTE!

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  4. Cada dia escribes mejor !!!

    Me alegro que leas el libro. Es una lectura agradable y descubres un interior humano mas docil.

    Creo que después de leerlo, escribiras mas.

    Si tienes tiempo!

    Un besote!

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  5. Pues sí, los botones no son de oro, pero seguro que las cobraban como si lo fueran.
    Pobre Tomás, está visto que no puede tener un final feliz. Sigo indagando de blog en blog.
    Saludos.

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  6. Hola muchos puntos (según dónde mire 3 ó 4)

    Llego desde el blog de Susana y me ha gustado tu relato. Real como la misma vida. La foto, un broche de oro a la historia. O un broche de metal como tantos otros. Elige.

    Saludos.

    Maat

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  7. nunca es todo oro lo que reluce, lastima que a veces nos veamos abocados a situaciones limites para que nuestra mente se de cuenta de esas cosas... me gusta que hayas rescatado lo de la moda como saco, un gran saco donde todo esta inventado y donde posiblemente si guardaramos lo que retiramos en un gran baúl siempre iriamos a la moda sin problemas... es la segunda vez que me paso por aqui por una propuesta conjunta y tengo que reconocer que me gusta como escribes... sigo de ronda que ayer no me pude pasar por casi ninguno

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