domingo, 12 de abril de 2009

Más ardua la batalla, más dura la derrota

Trataré de reconstruirme como se hacía con los muros tras librar una batalla. Repatriaremos a los heridos a sus casas, que vuelvan donde nacieron. Sellaremos las grietas con la argamasa que vaya llegando con el tiempo. Los cadáveres serán el abono para la nueva primavera.
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Rasgaré los vestidos de mis musas las haré encojerse de angustia y congoja, se romperan las ventanas de mis dudas, ya no cabrán sus malos humos. Está noche hará mucho frío, se ha ido el polvo de tu fino brillo, tu luz de luciernaga cerrada a cal y canto. Batiendo tus alas de gracil paloma que un día se posó delante de mi casa, me atrapó en alambre de espinas, florecientes rosas acuñaron mi pecho.
Se marchitaron los niños, se hicieron viejos antes de perderse en las nubes, antes de que pudieran soñar que volaban al lado de tu corazón alado. Soñaré que te calmaba la herida que te hace marchar y luego cuando duerma, regresaré a ese mundo en el que ya no existe la cordura, ya no llora la ilusión, ya no marchita el corazón.

1 comentario:

  1. así fue mi reconstrucción... y mis plantas supieron simbolizar para mí ese proceso. florecimos juntas, tan juntas que fueron una parte de mí, o más, tal vez fuimos la misma... y justo ahí, en el punto más alto de la empatía, las maté. sobre eso intento escribir esta tarde.

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    la puta tristeza está tan llena de bellas imágenes que logra que a veces la extrañe...

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