martes, 7 de abril de 2009

A la luna nueva sentadita

Hermosa rosa de invierno, flor negra de loto, cierto extraño atractivo que no te deja respirar, veneno en forma de espinas a las que agarrar. Suerte que se me escapa el aire solo de pensar. Te estoy mirando ahora pintada en un mural. De colores grises parece que va a ser el cielo espiral que te va a zozobrar. Pondría mi mano con gusto para amainar el temporal, que se prepare el mar, si vamos a bailarle al cielo dos días de soledad. Quiza acabemos mordiendole a la luna el ojal, y a la nube arrancarle de un bocao la sonrisa para hacernos un delantal, para cubrirnos de amor y de espinas, que al rozarnos salten esquirlas de metal.
Pero se irá rodando la luna calle abajo a buscarle a la esquina, para decirle que no la voy a ver sentada en el puente donde el río se va con los cantos de los grillos.
Que no la encontraré toda sola y marchitada, que se irá a dar la vuelta con la vida de pasada. No podré sentarme a acompañarla, a decirle a lo hermoso de su cara lo perdido que estaría yo sin mirarla.

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